miércoles, 7 de diciembre de 2011

Dj de Fin de Semana.

Gabriel González, de 23 años, empezó junto con su hermano Ricardo un servicio de DJ para fiestas. Actualmente, compagina sus estudios de Ingeniería Industrial  en la Universidad Anáhuac–que finalizará en 2012– con este negocio. Además, se da tiempo para trabajar como becario en General Electric; tiene novia y asiste a sus compromisos familiares. Como es de esperarse, le gusta mucho la música y le encanta ver a sus clientes felices por el servicio que presta.

El negocio

Suono es un servicio que incluye el equipo de sonido, las mezclas musicales y luces, así como la proyección de videos y renta de muebles. Es decir, todo lo que se necesita para una fiesta. Incluso si el cliente lo pide, la empresa se encarga de la contratación de los meseros, el servicio de comida y los mariachis. Atiende entre una docena y 16 eventos por mes, en promedio, aunque en diciembre llegan a ser hasta 30 fiestas. Tiene capacidad para ocuparse de hasta cinco festejos simultáneos de unas 100 personas cada uno y ha amenizado eventos de hasta 1,500 personas.

Los clientes

La empresa atiende festejos que van desde primeras comuniones, cumpleaños y 15 años, hasta bodas y graduaciones. Pero su gama incluye otros eventos sociales. En el tiempo que tiene operando, Suono ya fue subcontratado para fiestas corporativas de fin de año, lo mismo para una casa de bolsa que para Telmex.

La chispa

Hace nueve años, Ricardo, el hermano mayor de Gabriel, voló los equipos de audio de sus padres y una tía cuando intentó conectar un par de amplificadores a unas bocinas, a fin de montar el sistema de sonido para una pastorela familiar. Tras el accidente, los hermanos –que entonces tenían 14 y 15 años– compraron en el centro de la Ciudad de México dos bocinas y un amplificador que conectaron a una computadora para poner música en la reunión, donde “la gente se la pasó muy bien”. Gabriel calcula que su inversión inicial no superó los $4,000.

El complemento

Además de dedicación y sacrificio –que implica desveladas, pero sobre todo renunciar a la agitada vida social propia de un veinteañero–, la clave para lograr el crecimiento de Suono ha sido la conjunción de dos socios que se apoyan y se complementan. Ricardo, quien está por recibirse como dentista, atiende ya su consultorio y está más al tanto de las novedades técnicas que puedan agregar valor al negocio. Por su parte, Gabriel aporta su afabilidad para hacer relaciones públicas, así como ideas para la mercadotecnia. Por ejemplo, él se encargó del diseño y la impresión de sus primeras tarjetas de presentación.

Ambos son dueños a partes iguales y representan indistintamente a Suono frente a los clientes. Se apoyan cuando las obligaciones profesionales y académicas del otro le dificultan atender los compromisos de los fines de semana. Si hay que arreglar una bocina y uno de ellos tiene examen final, es el otro quien se encarga. Una muestra de que esta relación funciona es que el menor de los González se echó a los hombros el negocio cuando en 2005 Ricardo partió a Brasil durante un año para realizar un voluntariado.

Luego, los papeles se invirtieron: hace un año fue el mayor quien salió al quite cuando Gabriel estuvo en Boston, EE.UU., en un programa de intercambio. “Todo ese tiempo el negocio fue operado y funcionó, gracias a la labor de mi hermano”, comenta el más joven de los emprendedores.

El despegue

En un inicio, el trabajo de DJ fue esporádico: el equipo pasaba uno o dos meses almacenado en el garaje de la casa. Un año después, los hermanos González compraron el primer equipo de iluminación e hicieron sus primeras tarjetas de presentación. Para 2004 atendían una fiesta por mes, pero se podría decir que la actividad aún era sólo un pasatiempo para ellos.

Por recomendación de su padre, comenzaron a profesionalizarse: generaron una base de datos de sus clientes y empezaron a evaluar su nivel de satisfacción. Por medio de recomendaciones, sus servicios eran solicitados cada vez más.

El gran salto se dio a partir de 2005. Para entonces, Suono ya contaba con la capacidad para atender dos eventos simultáneos y tenía trabajo cada semana. Ese año, los organizadores de un evento de beneficencia en apoyo a la juventud, llevado a cabo anualmente en la Universidad Anáhuac, solicitaron a los emprendedores que tocaran sin cobrar. Aceptaron y pusieron música en las canchas de futbol del campus para un millar de jóvenes y padres de familia, entre quienes repartieron sus tarjetas de presentación.

Aunque perdieron dinero, pues habían comprado equipo nuevo expresamente para aquella reunión masiva, la función resultó ser la mejor estrategia de promoción que pudieron imaginar. A partir de ese momento fue cuando comenzó a crecer considerablemente el número de fiestas para las que fueron requeridos. Hoy, los chicos de Suono continúan siendo DJs del evento que los dio a conocer.

¿Qué sigue?

Gabriel está en proceso de decidir si a largo plazo estudiará una maestría, posiblemente en el extranjero. Mientras que su hermano Ricardo partirá en 2012 a hacer una especialidad. Hasta su regreso, el menor de los González piensa reinvertir las utilidades para consolidar el negocio. Su plan es invertir en muebles: periqueras y salas tipo lounge, con un diseño propio e innovador. Suono ya ofrece estos complementos, pero tiene que rentarlos a un tercero, lo que afecta su margen de ganancia. Así, con el mobiliario propio eliminará los costos del intermediario.

Dentro de un par de años, Gabriel hará una evaluación para determinar si Suono, tras el crecimiento alcanzado, requerirá entonces que le dedique toda su atención y energía. Hoy, considera que su proyecto ha demostrado ser “un muy buen negocio de medio tiempo”. Y por ahora no pretende que eso cambie.

fuente:soyentrepeneur

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