Esta semana los invito a reflexionar; si deseamos ser Gerentes Pequeños o Grandes Gerentes.
Dentro del exigente ámbito empresarial hay líderes que en su afán por rayar en la perfección, intentan tomar el control de todas las tareas, olvidándose de la delegación.
Funciona así: asignas una tarea con plazos definidos, sin embargo, lo atosigas preguntando constantemente sus avances, le mandas 10 y hasta 20 correos electrónicos al día con preguntas redundantes, y no le dejas trabajar en paz.
Cuando algo así sucede es porque estás cayendo en el denominado efecto “micromanagement” que consiste en un estilo de gestión que se caracteriza por tratar de tener un control absoluto de las actividades.
¿Totalmente negativo? No, sin embargo existen tipos de líderazgo mucho mejores y que no generan tanto nivel de estrés en los trabajadores ni los jefes. Y es que la obsesión por el control, puede transmitir a sus empleados una sensación de desconfianza y, finalmente, afectar la productividad. Es clásico de los malos jefes.
Existen algunos signos que te pueden indicar que vas en ese camino, como cuando tienes dificultades para delegar tareas, incluso en personas que son de tu entera confianza y que sabes que son muy competentes.
Asimismo, te comienzas a inmiscuir en proyectos sobre los que no tienes competencia, adjudicándote tareas que no puedes desarrollar.
Los detalles sin importancia también se transforman en un signo de micromanagement. Cuando te empecinas en corregir cosas pequeñas en vez de centrarte y tener una visión general del proyecto.
Por último, no favoreces las iniciativas de los demás, el desarrollo de tus empleados y exiges ser constantemente consultado en cualquier asunto, perjudicando al clima laboral.
Como consecuencia, incluso si tus empleados tienen un talento excepcional en un área determinada, probablemente comenzarán a perder la confianza en su capacidad, convencidos de que hagan lo que hagan nunca estarán a la altura que se les exige.
Un micromanager corta de raíz la autonomía de sus empleados.
Funciona así: asignas una tarea con plazos definidos, sin embargo, lo atosigas preguntando constantemente sus avances, le mandas 10 y hasta 20 correos electrónicos al día con preguntas redundantes, y no le dejas trabajar en paz.
Cuando algo así sucede es porque estás cayendo en el denominado efecto “micromanagement” que consiste en un estilo de gestión que se caracteriza por tratar de tener un control absoluto de las actividades.
¿Totalmente negativo? No, sin embargo existen tipos de líderazgo mucho mejores y que no generan tanto nivel de estrés en los trabajadores ni los jefes. Y es que la obsesión por el control, puede transmitir a sus empleados una sensación de desconfianza y, finalmente, afectar la productividad. Es clásico de los malos jefes.
Existen algunos signos que te pueden indicar que vas en ese camino, como cuando tienes dificultades para delegar tareas, incluso en personas que son de tu entera confianza y que sabes que son muy competentes.
Asimismo, te comienzas a inmiscuir en proyectos sobre los que no tienes competencia, adjudicándote tareas que no puedes desarrollar.
Los detalles sin importancia también se transforman en un signo de micromanagement. Cuando te empecinas en corregir cosas pequeñas en vez de centrarte y tener una visión general del proyecto.
Por último, no favoreces las iniciativas de los demás, el desarrollo de tus empleados y exiges ser constantemente consultado en cualquier asunto, perjudicando al clima laboral.
Como consecuencia, incluso si tus empleados tienen un talento excepcional en un área determinada, probablemente comenzarán a perder la confianza en su capacidad, convencidos de que hagan lo que hagan nunca estarán a la altura que se les exige.
Un micromanager corta de raíz la autonomía de sus empleados.
Cómo evitarlo
Si sientes que cumples con gran parte de las características enumeradas, no desesperes, existe la posibilidad de enmendar tus errores y escapar de ese tipo de liderazgo que probablemente terminará estresándote, para convertirte en un buen líder.
Comienza promoviendo una delegación efectiva y selectiva, es decir, olvídate casi por completo de aquellas tareas que entregas a tus trabajadores más capacitados. Esto, a su vez, mejorará tus relaciones laborales.
En segundo lugar, estimula la proactividad de tus empleados ofreciendo proyectos o impulsando a que ellos propongan ideas (RRHH).
Además, intenta tener una comunicación activa con tus empleados. Dicho cambio se debe generar desde las políticas de las empresas.
Manténte abierto a recibir ayuda de tus trabajadores; ellos te ayudarán a corregir tus hábitos de micromanagement.
Comienza promoviendo una delegación efectiva y selectiva, es decir, olvídate casi por completo de aquellas tareas que entregas a tus trabajadores más capacitados. Esto, a su vez, mejorará tus relaciones laborales.
En segundo lugar, estimula la proactividad de tus empleados ofreciendo proyectos o impulsando a que ellos propongan ideas (RRHH).
Además, intenta tener una comunicación activa con tus empleados. Dicho cambio se debe generar desde las políticas de las empresas.
Manténte abierto a recibir ayuda de tus trabajadores; ellos te ayudarán a corregir tus hábitos de micromanagement.
"La visión sin acción es un sueño. Acción sin visión es simplemente pasar el tiempo. Acción con visión es hacer una diferencia positiva."
Jack Welch.
Jack Welch.
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