jueves, 4 de noviembre de 2010

La Cultura No Muerde!


La armonía y el consenso son dos elementos clave dentro de una organización. Pero cuando quieres que tu negocio crezca, demasiado entendimiento entre las partes puede convertirse en un obstáculo para agilizar la toma de decisiones. Si quieres ser un líder efectivo, motiva a tus colaboradores para que piensen por sí mismos en lugar de seguirte ciegamente.

Por supuesto que resulta tentador contratar personas que piensan igual que tú y que hablan el mismo lenguaje, pues evita que se presenten conflictos cotidianos. También es gratificante y bueno para tu ego el hecho de que tus empleados estén de acuerdo contigo en todas las acciones que emprendas.

Pero contratar un “mini-yo” –o gente que sea como una copia tuya– sólo limita la innovación. Recuerda que las nuevas ideas son esenciales para asegurar el crecimiento continuo de tu empresa. Por lo tanto, la “colaboración” que es la combinación de diversos puntos de vista– siempre es preferible al “consenso”. Y como cabeza de la compañía, tu trabajo consiste en hacer que ésta se dé.

La pregunta es: ¿cómo estimular la libertad de pensamiento entre tus colaboradores? A continuación algunas recomendaciones que te ayudarán a crear una cultura de colaboración dentro de tu organización.

1. Motiva a tus empleados a aportar ideas. Después de todo, ¿quiénes conocen mejor los entretelones de tu empresa? Ya sea por medio del tradicional buzón de sugerencias o una dirección de correo electrónico, establece un sistema para captar todas las aportaciones de tus colaboradores.

2. Reconoce y premia las mejores propuestas. No hace falta que el estímulo sea monumental para que cumpla con su objetivo. La recompensa puede ser desde un día libre con goce de sueldo, hasta un espacio preferencial en el estacionamiento reservado para “El gran estratega del mes”.

3. Fomenta la colaboración y la innovación. Para ello, realiza lluvias de ideas entre los diferentes departamentos de tu organización. Asegúrate de que los trabajadores sepan cómo retroalimentarse mutuamente de manera positiva y constructiva. Si es necesario, busca capacitación para lograr mejores resultados.

4. Actúa contra lo negativo. Evita que tus esfuerzos de colaboración generen un ambiente en el que los empleados hablen mal de los demás. El problema es que esta situación provoca que la gente se quede callada y se abstenga de aportar ideas o emitir opiniones. Si hay alguien que de forma sistemática debilita la moral del resto del equipo, toma cartas en el asunto de inmediato; incluso, si esa persona es uno de tus principales colaboradores.

5. Cuida tu estilo de manejar al grupo. Cuando un trabajador hace una sugerencia, ¿tu primera reacción es callarlo? Si es así, estás en un gran error. Acostúmbrate a responder de manera positiva y, sobre todo, a estar más abierto a nuevas propuestas.

6. Deja que los empleados también dirijan. En lugar de presidir todas las reuniones personalmente, permite que el resto de los participantes se turnen para estar al frente. Esto trae un doble beneficio: por un lado, estimula a los demás a opinar, mientras que tú puedes desarrollar el hábito de escuchar.
No olvides que como jefe, eres intimidante por naturaleza. Esto provoca que tu equipo esté ya programado para complacerte. Así que no pasará nada si de vez en cuando dejas la silla del director y te colocas en el terreno de juego.

7. Contrata personal con diferentes características. Busca colaboradores cuyas fortalezas y estilos complementen los tuyos, en lugar de repetirlos. Desde luego, deben compartir tus estándares morales, ética de trabajo y ajustarse a la cultura de la compañía.

Uno nunca sabe de dónde –o de quién– surgirá la siguiente gran idea. Así que sé el tipo de líder que estimula la innovación a partir de la colaboración de sus empleados.

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