jueves, 18 de noviembre de 2010

Una Escuela Gastronomica... por que no abrirla?

Cada vez más personas quieren verse y sentirse bien. Ya sea para cuidar su salud, bajar de peso o simple vanidad, lo cierto es que hombres y mujeres de todas las edades están cambiando sus hábitos para tener una alimentación más sana. Esta situación ha detonado la demanda de clases de cocina.

¿Cómo aprovechar esta tendencia? Si eres un apasionado del arte culinario, explota tus habilidades y emprende con una escuela de gastronomía. Así, podrás enseñar a preparar platillos para demostrar que lo nutritivo no está pelead con el buen sabor.

La oportunidad de negocio consiste en diseñar diferentes cursos enfocados a todo tipo de público. Desde jóvenes con necesidades básicas –como aprender a preparar una sopa, arroz, pasta o ensaladas–, hasta quienes estén interesados en descubrir los secretos para elaborar postres sin azúcar para diabéticos. Incluso contar con talleres de cocina regional e internacional.

Pero no sólo eso. También puedes ofrecer servicios adicionales como clases a domicilio, cursos de verano para niños, así como banquetes para eventos sociales. De esta manera, le darás un toque distintivo a tu escuela y, sobre todo, tendrás diferentes fuentes de ingresos.

La receta para emprenderUna de la claves para ser exitoso en este giro de negocio es que seas dueño de la propiedad que adaptarás para montar tu centro de gastronomía. La inversión para construir, adecuar y señalizar el lugar –de 400m2– es de aproximadamente $.1 millón.(Aprox).

Lo ideal es contar con dos niveles: una planta baja para ubicar la recepción, oficinas administrativas y almacén de alimentos, mientras que en el primer piso acondicionar el espacio para salones con bancas y otros equipados con cocinas, así como sanitarios.

En cuanto a las instalaciones y equipo para tres salones de práctica, es necesario contar con estufas industriales, refrigeradores y congeladores, mesas de trabajo, tarjas, licuadoras y batidoras. Además de cazuelas, ollas, sartenes, refractarios, platos, coladores, cuchillos, escurridores, cucharas, rodillos y otros enseres.

Por otro lado, las dos aulas donde se impartirá la teoría requieren de al menos dos decenas de bancas, pizarrón, televisión y DVD para cada salón. Todo esto implica una inversión total de $. 100,000.

Otro punto importante es la ubicación de tu negocio. Identifica a tu público meta a través de encuestas, esto te permitirá tener datos concretos sobre su actividad laboral, poder adquisitivo y hábitos de consumo. También asegúrate de que la zona seleccionada tenga alta afluencia de personas y que haya oficinas, escuelas o plazas comerciales.

Contempla $5,000 para los uniformes del personal (seis colaboradores) y un presupuesto de $ 15,000 como inversión en mercadotecnia que te permita dar a conocer tu empresa, una página Web y línea telefónica.

Forma tu equipo
Una de las ventajas de este negocio es que si dominas los secretos gastronómicos tendrás la sartén por el mango, pues además de hacerte cargo de la administración puedes dar algunas clases. Esto no significa descuidar la calidad de tu servicio, así que rodéate de profesionales calificados en esta materia.

Para empezar, contrata dos chefs o especialistas en el arte de la cocina para impartir los cursos. Mientras que tú puedes desempeñar el puesto de director general para hacerte cargo directamente de la operación. Por otro lado, necesitarás a una persona encargada de la limpieza de las instalaciones y un ayudante general que apoye en labores administrativas y dé informes sobre los servicios que se ofrecen.

Proporcionar los insumos para preparar los platillos constituye un valor agregado para tus clientes. Esto debido a que algunas personas carecen de tiempo para hacer las compras del material. Por eso, expertos en el giro recomiendan que la escuela se haga cargo de la compra y manejo de la materia prima. Asigna esta tarea a un empleado más que maneje el inventario del área de no perecederos y de insumos refrigerados y congelados.

Un menú para todos. Integra un catálogo de estudios para todo tipo de público. Aquí algunas sugerencias.

Para las nuevas esposas.  Las mujeres que están próximas a casarse o que contrajeron nupcias hace pocos meses demandan cursos de cocina para aprender a preparar menús sólo para dos personas. Por lo tanto, es importante dar tips sobre el manejo de las porciones y costos de cada receta.

Para cuidar la línea. Hombres y mujeres, sobre todo jóvenes, están preocupados por llevar una alimentación que además de saludable les ayude a cuidar su figura. El reto es diseñar un programa con opciones nutritivas y bajas en calorías. Contempla entradas, primer tiempo, plato fuerte y postres que no causen remordimientos.

Para no comer azúcar. La diabetes es la primera causa de muerte en el país. Este fenómeno ha provocado que quienes la padecen busquen alternativas para mejorar su calidad de vida. Por lo que una buena idea es contar con un curso con opciones para comer rico sin poner en riesgo su salud. ¡Aprovecha este mercado!

Para los más pequeños. Con el objetivo de que los niños adopten buenos hábitos alimenticios cada vez son más los padres de familia que buscan cursos de fin de semana o verano para sus hijos. Así, los infantes pueden aprender a elaborar botanas sanas y divertidas.
Otras alternativas son programar cursos de un día, por ejemplo, para preparar paella, que particularmente tiene mucho éxito entre los varones. Por otra parte, platillos hechos con chocolate son los favoritos de las mujeres, además de la pastelería y repostería.

Si quieres atender a los jóvenes que buscan prepararse profesionalmente o aquellos que requieren especializarse en alguna área, es importante que diseñes un programa de al menos dos años que sea impartido por especialistas. Busca aliados estratégicos, como hoteles y restaurantes, que te permitan enviar a tus estudiantes a realizar prácticas, diseña exámenes parciales y uno final en el que participen chefs independientes como sinodales.

Gana más clientes
1. Cursos con horarios extendidos. Diseña programas después de la seis de la tarde, pensando en las personas que cumplen con un horario de oficina. Incluso considera cursos nocturnos para quienes carecen de tiempo libre hasta en la noche. Otra alternativa es también abrir los sábados. Te sorprenderá el número de personas que se sumarán a tu matrícula escolar gracias a esta estrategia.

2. El amor entra por la vista. Razón por la que no debes descuidar la imagen de tu empresa en cuanto a higiene y limpieza de las instalaciones, así como la calidad de los alimentos e ingredientes a utilizar en cada clase. Por otro lado, el personal –incluyéndote a ti en tu calidad de director general–, debe portar su uniforme todos los días para reflejar que se trata de un servicio profesional.

3. Atención integral. Para lograrlo, es necesaria la participación de todos los colaboradores del equipo. Desde el encargado de dar informes sobre los cursos que se imparten y el responsable de manejar la bodega de alimentos, hasta la labor de los profesionales quienes imparten las clases.

4. Diferentes formas de pago. Partiendo de la base de que las personas cada día optan menos por usar efectivo, ofrece la opción de pago vía transferencia electrónica o a través de tarjeta de crédito o débito. Incluso, puedes dar algún tipo de descuento o incentivo para que más clientes hagan uso de estas alternativas.

PresupuestoPara fijar tus tarifas toma como punto de referencia el costo de la materia prima; los gastos fijos como gas, agua y luz; el pago a profesores de cada taller y material de apoyo.

El primer año de operación se estima una matrícula mensual de 50 alumnos más 90 estudiantes durante los periodos vacacionales (primavera, verano e invierno). El costo promedio de cada curso es de $3,000 mensuales.
Para dar la atención adecuada contrata a dos profesores con un sueldo mensual de $20,000, un ayudante general de $10,000, un encargado de almacenes de $6,000 y una persona para hacer el aseo de $4,000.
Siguiendo este supuesto, el primer año de operaciones obtendrás un margen de utilidad del 16%, el cual se incrementa paulatinamente hasta llegar al 23% el tercer año.

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