Un año fue tiempo suficiente para que las familias Arizpe de Coahuila, Barragán de Nuevo León y Fernández de Chihuahua –dueñas de Arma, Grupo Procor y Embotelladoras Argos, respectivamente– dejaran de ser competidores para unirse y formar una sola empresa. Suena sencillo, pero de esta decisión surgió, a finales del 2001, el segundo embotellador de productos Coca-Cola en Latinoamérica: Embotelladoras Arca.
El primer paso estaba dado. Los propietarios de las tres compañías –cada una con casi 90 años en promedio en el mercado– comprendieron que de la fusión dependía mantener el liderazgo, y que para alcanzar este objetivo debían ceder parte de su autonomía. Desde el principio se trabajó en la combinación de las operaciones de las embotelladoras y en la definición de la estrategia corporativa. Además, de común acuerdo, se determinó que Arca sería encabezada por una persona ajena a los grupos antecesores y a las familias.
Construye la base
La pregunta es: ¿Cómo elegir correctamente a la persona que dirigirá el rumbo de una empresa? Enrique Taracena Figueroa, catedrático del área de Política de Empresa del Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE), es contundente: “Un director ‘profesional’ conoce a fondo su negocio y el sector donde éste se desenvuelve. Y también tiene la capacidad para identificar talento humano, desarrollarlo y, de esta manera, formar equipos de trabajo potentes y eficaces”.
La pregunta es: ¿Cómo elegir correctamente a la persona que dirigirá el rumbo de una empresa? Enrique Taracena Figueroa, catedrático del área de Política de Empresa del Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE), es contundente: “Un director ‘profesional’ conoce a fondo su negocio y el sector donde éste se desenvuelve. Y también tiene la capacidad para identificar talento humano, desarrollarlo y, de esta manera, formar equipos de trabajo potentes y eficaces”.
Uno de los grandes retos que enfrentan las empresas en México es el hecho de no contar con equipos “profesionales” de trabajo a cargo de la operación del negocio. ¿Qué significa esto? “La profesionalización, pensada como un proceso, tiene que ver con lograr que los equipos directivos realicen un trabajo eficaz, es decir, hacer que la empresa que dirigen sea competitiva y rentable”, afirma el experto.
El director general es quien, precisamente, debe encabezar la meta de conseguir que la compañía sea profesional. “Pero si este puesto es ocupado por el dueño, entonces tiene una doble responsabilidad porque si él no asume el reto, nadie más lo hará”, apunta Enrique Taracena, quien agrega: “La profesionalización también se refiere a la capacidad real de llevar a cabo el trabajo asignado a determinada persona y a la disposición de ésta por cumplir el compromiso asumido”.
Toda compañía que se dirige hacia la profesionalización debe trabajar en dos aspectos básicos:
1. La elección y formación de quienes serán los miembros del equipo directivo. Antes de elegir, atraer e incorporar a una persona en algún puesto clave, primero hay que identificarla. Puede ser que se encuentre dentro de la empresa o bien, salir a buscar talento.
2. La construcción de un adecuado ambiente de acción. Una vez detectado el candidato ideal, el siguiente paso consiste en diseñar un plan de desarrollo personal. El objetivo es formar a cada individuo no sólo para desempeñar el trabajo que le fue asignado, sino para adquirir responsabilidades de nivel directivo.
1. La elección y formación de quienes serán los miembros del equipo directivo. Antes de elegir, atraer e incorporar a una persona en algún puesto clave, primero hay que identificarla. Puede ser que se encuentre dentro de la empresa o bien, salir a buscar talento.
2. La construcción de un adecuado ambiente de acción. Una vez detectado el candidato ideal, el siguiente paso consiste en diseñar un plan de desarrollo personal. El objetivo es formar a cada individuo no sólo para desempeñar el trabajo que le fue asignado, sino para adquirir responsabilidades de nivel directivo.
Forma directivos ganadores
En noviembre del 2002 se nombró director general de Embotelladoras Arca a Francisco Garza Egloff, procedente de Sigma Alimentos y con una carrera de más de 25 años en Grupo Alfa. “No confundir la profesionalización con la adquisición de títulos académicos o con la contratación de personas que los tengan”, precisa Taracena Figueroa. En este caso, se buscó a un director con habilidades para solucionar los retos derivados de la fusión de las tres firmas y capaz de enfrentar un ambiente externo difícil donde, entre otros factores negativos, existía la amenaza de la entrada de nuevos competidores.
En noviembre del 2002 se nombró director general de Embotelladoras Arca a Francisco Garza Egloff, procedente de Sigma Alimentos y con una carrera de más de 25 años en Grupo Alfa. “No confundir la profesionalización con la adquisición de títulos académicos o con la contratación de personas que los tengan”, precisa Taracena Figueroa. En este caso, se buscó a un director con habilidades para solucionar los retos derivados de la fusión de las tres firmas y capaz de enfrentar un ambiente externo difícil donde, entre otros factores negativos, existía la amenaza de la entrada de nuevos competidores.
Al asumir el cargo en enero del siguiente año, Francisco volcó toda su atención en conocer perfectamente la empresa y todo lo relacionado con la industria refresquera. De inmediato, junto con su equipo de colaboradores, puso en marcha un plan de trabajo que llevará a cabo en los próximos años, el cual se divide en tres ejes:
1) Un programa de ejecución de sinergias,
2) Acciones para fortalecer la posición de la compañía en el mercado,
y 3) La exploración de nuevas oportunidades de crecimiento.
“Si hay que destacar un rasgo esencial de la profesionalización de equipos directivos –en el caso de las empresas familiares–, éste sería un criterio muy simple: que cada puesto lo ocupe el más apto y que a cada persona se le pague por lo que aporta y no por quién es”, asegura el catedrático del IPADE. El problema es que no siempre los propietarios asumen el costo que implica asignar determinado puesto a una persona que, aunque cumpla con el perfil, no forma parte de su familia.
La profesionalización debe ser constante y permanente. Por ello, el director general es quien, en todo momento, debe acompañar a los candidatos que ocuparán los puestos clave dentro de la compañía. “No es necesario que los directivos desarrollen su carácter profesional dentro de la empresa”, aclara Enrique Taracena. “La mejor forma para evaluar el desempeño de cada persona y verificar que sí cumplirá con las expectativas que exige el cargo se logra a través de la observación de la gente en acción”, sentencia.
Beneficios de contar con equipos directivos profesionales
1. Permanecer en el mercado. Un equipo de profesionales al mando de una empresa eleva la posibilidad de que el negocio sea competitivo y rentable. Por tanto, estos dos factores garantizan una operación exitosa.
2. Atraer nuevos talentos. Contar con un grupo de gente valiosa generará, a mediano y largo plazo, un semillero de profesionales. De este modo, los prospectos convivirán sólo con personas calificadas.
3. Crear bases sólidas para una sucesión. Si el fundador deja la compañía, pero formó un equipo con gran capacidad para dirigirla, entonces los sucesores –si es que no con profesionales– estarán apoyados por un grupo que sabe cómo manejar de manera correcta la empresa.
2. Atraer nuevos talentos. Contar con un grupo de gente valiosa generará, a mediano y largo plazo, un semillero de profesionales. De este modo, los prospectos convivirán sólo con personas calificadas.
3. Crear bases sólidas para una sucesión. Si el fundador deja la compañía, pero formó un equipo con gran capacidad para dirigirla, entonces los sucesores –si es que no con profesionales– estarán apoyados por un grupo que sabe cómo manejar de manera correcta la empresa.
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