miércoles, 25 de abril de 2012

La lucha constante entre la cantidad y la calidad.

La experiencia de aprendizaje individual es, sin lugar a dudas, la que produce mejores resultados; de ahí que en el futuro  la educación deberá centrarse en la persona como individuo.

Antes no podía visualizarse este futuro, ya que las herramientas para poder lograrlo no existían. Hoy en día, gracias a los avances tecnológicos, la mesa está puesta.

Durante muchos años la educación formal, para poder ser eficiente, tuvo que ser grupal. Todos los adultos de hoy asistimos a salones de clases sobresaturados de estudiantes, ya que el proceso de enseñanza-aprendizaje era colectivo.

El profesor dictaba clase a un grupo y asumía que todos los presentes entendían lo mismo.

El proceso de enseñanza-aprendizaje en grupo y sobre todo cuando este grupo es grande, se debe a necesidades de cobertura más que a un tema de conveniencia educativa.

 Sin embargo, siempre ha existido una lucha constante para medir la eficiencia educativa en términos de cobertura o de calidad. En este sentido, tener grupos más grandes  ha sido considerado como más eficiente, pero esto frecuentemente daña la calidad.

Hoy en día, con el salto en las tecnologías de la información y las comunicaciones, se está personalizando cada vez más el proceso de enseñanza-aprendizaje, ya que existen más herramientas disponibles para ello.

Los profesores entienden de mejor manera, gracias a estas herramientas, cuáles son las características de cada uno de los estudiantes y, por lo mismo, pueden diseñar y dosificar correctamente el proceso de enseñanza-aprendizaje con base en las características personales de cada individuo.

La tecnología nos brinda esta oportunidad.

Sin embargo, independientemente de que existan múltiples recursos tecnológicos, lo importante es el aprendizaje, y esto no debe perderse de vista. De ahí que el profesor siga siendo una pieza fundamental en el proceso de enseñanza-aprendizaje, ya que los profesores hacen ver y entender elementos que uno como alumno no ve o no entiende.

Es decir, la tecnología puede permitirle a un estudiante tener acceso a contenidos y a materiales de manera inmediata, pero la importancia del profesor está en la interpretación y en el acercamiento a ese contenido.

El reto de los profesores, actualmente, es entender las circunstancias e intereses de toda una generación de niños y jóvenes que utilizan aparatos móviles que modifican diametralmente la manera en la que se apropian de la información. En este contexto, un reto importante para el profesor es captar la atención del estudiante, motivarle y apoyarle a discernir sobre la calidad y validez de esa información.

En conclusión podríamos decir que los objetivos educativos del futuro serán mucho más ambiciosos. El aprendizaje será más profundo y dependiente de las características individuales de cada persona, intentando que la educación logre llevar a cada quien a alcanzar su máximo potencial.

En esta tarea, la tecnología va a ayudar para que esta personalización se pueda hacer de manera efectiva y eficiente.

Fuente:Salvador Ortiz de Montellano

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